Milton Friedman y Arnold C. Harberger se
interesaron mucho en su trabajo, convirtiéndose luego en los
directores de su tesis (Elías, 2002). Harberger lo recuerda
claramente como el más obstinado, pero al mismo tiempo uno de
los más estimulantes y gratificantes entre el centenar de
alumnos cuyas tesis doctorales supervisó. `Ningún otro peleó
tanto cada palabra, cada oración, de su tesis. Rubén ganó la
mayor parte de las discusiones. De ningún otro estudiante
aprendí tanto durante la preparación de su tesis doctoral.
Cuando la terminó, fue invitado por el Consejo de Asesores
Económicos de Estados Unidos, para que a la mañana presentara su
trabajo, y a la tarde mantuviera discusiones individuales con Mc
Cracken, Houthakker y Stein (Harberger y Sjaastad, 2003). La
tesis fue premiada en 1971 como la mejor del año dentro del área
de ciencias sociales de Chicago, la primera vez que se entregó
el premio (Elías, 2002). Esta descripción de su desempeño
académico me hace acordar al de otro argentino, Miguel Sidrauski.
Después de Chicago fue invitado por James Tobin a
trabajar en la Comisión Cowles. Con posterioridad se incorporó
al departamento de economía de la Universidad Vanderbilt, como
consecuencia de lo cual se conectó con la Universidad de San
Pablo (Elías, 2002). Para poder enseñar en San Pablo tenía que
tener un título local, para lo cual tuvo que escribir otra tesis
(Almonacid, 1974) (Harberger y Sjaastad, 2003).
Tenía un gran deseo de aplicar sus conocimientos
de manera inmediata. En las clases de estadística preguntaba
sobre temas probabilísticos conectados con juegos, en su afán
por hacer saltar la banca en el casino. Desde esa época se veía
que a él también le interesaba ser un empresario y ganar mucho
dinero rápidamente. En San Pablo emergió su espíritu empresario.
La región estaba experimentando el `milagro brasileño. Invirtió
en terrenos alejados de la ciudad, cuyos precios subieron
muchísimo como consecuencia de la expansión (Elías, 2002). Con
fondos obtenidos de la venta de un automóvil que pudo importar,
comenzó a especular en bienes raíces. En pocos años se convirtió
en un desarrollador de una porción de suburbano de San Pablo, y
pocos años después se había convertido en el principal
terrateniente del área metropolitana de San Roque (Harberger y
Sjaastad, 2003). Sobre cómo eligió los terrenos que compró, me
llegaron 2 versiones: una, que divisó la región desde un lugar
alto; otra, que hizo una regresión entre el precio de los
terrenos y la distancia al centro de la ciudad, encontrando el
precio de los ubicados en San Roque, muy por debajo de la recta
de ajuste.
Poco, pero lo traté. Nunca me pareció simpático,
por lo cual leí reconfortado lo siguiente: Rubén hacía enojar a
su interlocutor para sacarle la mayor cantidad de información
posible, que le pudiera ser útil para su trabajo (Elías, 2002).
Yo creía que era algo personal.
Fue excelente ex alumno, gran profesor y colega,
gran empresario y amigo. A comienzos de 2001 me enteré de su
enfermedad [cáncer] y que lo habían operado en Brasil. A mitad
de ese año tuve su última visita. Al verlo tenía la esperanza
que el susto hubiera pasado y que sólo serían problemas de
control. A comienzos de 2002 me enteré que estaba de nuevo muy
enfermo. Su esposa me llamó el 1 de abril, media hora después de
su fallecimiento. Uno tiene respuestas y alternativas a muchos
problemas que nos plantea la vida, pero para esta noticia no
(Elías, 2002).
¿Por qué los economistas nos acordamos de
Almonacid? Como en los casos de Frank Knight, Don Patinkin y el
referido Sidrauski, primero y principal por su tesis doctoral,
un escrito corto (algo más de 100 páginas) que Rubén denomina
paper (artículo).
Su tesis es más que distinguida. Se concentró en
el rol de las expectativas, y en el desequilibrio que genera el
hecho de que no siempre coinciden con la realidad. El núcleo fue
el concepto de que el equilibrio pleno es aquel en el cual todas
las expectativas coinciden con la realidad (Harberger y Sjaastad,
2003). La volví a leer, a propósito de la elaboración de estas
líneas. Desde el punto de vista formal es de una nitidez
increíble, parecida a la de Patinkin; desde el punto de vista
del contenido también es importante. Desde el punto de vista
formal, resultó revolucionario, y lamentablemente no prendió
dentro de la profesion, mostrar el equilibrio macroeconómico de
los diferentes mercados, en términos de un gráfico donde, como
es usual, el eje horizontal mide el nivel de actividad
económica, pero donde en el eje vertical, en vez de medir la
tasa de interés, mide el nivel de precios. Con lo cual oferta y
demanda agregadas adquieren el significado obvio de curvas que
relacionan precio y cantidad. También revolucionario que el
análisis comenzara insisto, en esa época- con la derivación de
la curva de oferta agregada.
Ubiquémonos en el tiempo. Friedman (1968) explicó
que en el corto plazo una emisión monetaria puede aumentar el
nivel de actividad económica, pero no en el largo plazo. La
diferencia surge del hecho de que en el corto plazo tanto
empresarios como asalariados, al no advertir que el aumento de
su demanda surge de la mayor cantidad de dinero, aumentan las
cantidades ofrecidas de bienes y servicios laborales
respectivamente; pero al advertirlo, simplemente aumentan los
precios y los salarios en la misma proporción que el aumento de
la cantidad de dinero, y los efectos reales desaparecen. En
otros términos, el efecto expansivo inicial de un aumento en la
cantidad de dinero se debe a la denominada ilusión monetaria.
El aporte de Almonacid (1971, pero preparada
antes) consistió en explicar que los hechos mencionados no
derivan de ilusión monetaria, sino de que conseguir información
referida a qué es lo que está ocurriendo, es un proceso costoso,
y por consiguiente los agentes económicos destinan ciertos
recursos a obtenerla. De ahí que, durante un cierto tiempo, la
discrepancia entre los precios verificados, los percibidos y los
futuros, haga que un aumento de la cantidad de dinero genere
efectos reales, pero cuando todos los precios vuelven a
coincidir se restablece la neutralidad de la emisión monetaria.
Almonacid (2003) presenta una versión actualizada, pero
esencialmente no modificada, de esta teoría.
Esto ¡a comienzos de la década de 1970!, es
decir, cuando el trabajo pionero de Muth, sobre expectativas
racionales, había sido publicado, pero su uso en macroeconomía,
por parte de Robert Lucas, todavía no había comenzado. El aporte
de Rubén en el nuevo enfoque fue reconocido, hace muchos años,
por Harry Johnson (Elías, 2002). ¿Qué relación hay con Phelps
(1970)? Bastante, pero como aclara Almonacid en el prólogo de su
tesis, supo de este último trabajo cuando el suyo estaba
concluido. Así que se trata de algo así como descubrimientos
independientes.
Como en el caso de Sidrauski, Almonacid no
publicó con posterioridad trabajos de parecida relevancia al de
su tesis doctoral. En el caso de Sidrauski, porque falleció; en
el de Almonacid, porque se dedicó a actividades empresarias,
retornando a sus intereses académicos en los últimos años de su
vida.
Fue un economista de amplitud de intereses y
profundidad inusuales. Brillante, original, perspicaz e
independiente. Quizás porque no pertenecía a ninguna escuela, no
portaba ningún rótulo, sus capacidades sólo fueron reconocidas
por aquellos economistas que lo trataron directamente (Harberger
y Sjaastad, 2003).